EL NUMERO KAIFMAN

Oportunista, pero democrático blog, para hablar de esta novela sobre una conspiración ancestral que puede cambiar el destino de la humanidad... al menos según el tagline de la editorial.

martes, noviembre 14, 2006

DELETE SCENE: EL ATAQUE


Esta escena fuie cortada por que basicamente no me gustó como quedó y cada vez que la arreglé fue para peor. Al final opté porque el ataque quedara narrado en forma implícita en la novela. La foto que acompaña este post corresponde al avión que protagoniza la acción, el Lockheed F-35B en su versión de ataque a tierra AV-35.


05:00

LA ORDEN SE desplegó encriptada sobre el HUD de Sierra. El piloto activó la clave de lectura y abrió comunicación con Godzilla, piloto del otro AV-35 que volaba a su lado. El ataque se iniciaba en T menos diez. Su compañero hizo la seña del pulgar en alto, desde la carlinga de su cazabombardero. Sierra verifico en su monitor la trayectoria de vuelo y trazó la ruta del bombardeo, siguiendo un plan delineado por un satélite de defensa en órbita geoestacionaria a once kilómetros sobre sus cabezas. Diez años como piloto del Cuerpo de Marina y nunca había recibido orden semejante. Dejarse caer en picada a través del cráter de un volcán muerto para destruir las ruinas de un supuesto mundo subterráneo. Al menos tenía la seguridad de estar abordo de una de las naves más avanzadas del mundo. Revisó las armas, las bombas GBU de caída libre y guía láser, los misiles Maverick de ataque a tierra y los trazadores infrarrojos. Ajustó la palanca de mando y movió la tobera de empuje vectorial desviando el chorro de la nave para iniciar la picada. Frenos aerodinámicos fuera, sistema stealth en activo y compuerta de armas abierta. Sierra bajó la visera de su casco, conectó el sistema de supervivencia y oxígeno e inició la caída hacia el centro de la tierra. Vio como las nubes se abrían y los picos del volcán le daban la bienvenida. Luego la oscuridad, el túnel, un vuelo a oscuras con instrumentos… y entonces la luz.Entonces la luz.

05:05
Y ENTONCES llego el fuego. Paul Kaifman vio a Sarah Lieberman subir al jet privado y segundos después estallar en mil pedazos. Ni siquiera alcanzó a gritar. Dos siluetas negras, como halcones de metal, cruzaron sobre las preternaturales formas de la Ciudad de los Césares, trazando dos vuelos circulares, el segundo más rasante que el primero. Después comenzó la caída de los artefactos incendiarios. Las torres fueron reventadas en sus cimientos y se vinieron al suelo. Humo, tierra, fuego y hielo cubrieron el pálido telón de fondo. Leopoldo tomó del brazo a Paul y lo tironeó lo más lejos que pudo.
Las estelas de dos misiles aire tierra salieron de una de las sombras e impactaron en los aviones que esperaban en la improvisada loza de la ciudad. Otro par de bombas reventó el viejo hangar de los alemanes. Con horror, Leopoldo Domke vio como las alas volantes eran pulverizadas por naves que realmente venían del futuro. El futuro ya no existe, pensó, mientras llevaba a Paul hacia el borde del abismo.
-Tenemos que bajar- le dijo.
-¿Dónde vamos?
-No lo se, señor Kaifman. Solo sé que debemos seguir.
Paul fue hasta el borde del precipicio. Vio los aviones que giraban para volver a atacar y los reconoció como AV-35. Sonrió. El más avanzado de los cazas de ataque de la marina norteamericana, el primer supersónico de despegue y ataque vertical estaba en activo. Recordó su colección de aviones a escala. Cuando regresara a Santiago iba a buscar uno para armar