EL NUMERO KAIFMAN

Oportunista, pero democrático blog, para hablar de esta novela sobre una conspiración ancestral que puede cambiar el destino de la humanidad... al menos según el tagline de la editorial.

martes, febrero 13, 2007

UNA ESCENA EXTENDIDA


Domke volvió a indicar el computador. Era un detalle de la cubierta de vuelo del buque. Un MV-22 con las alas plegadas, el morró de un AH-1W y hombres en cubierta.
-Fijese en él.
Paul siguió las instrucciones. Entre el grupo de hombres parados sobre la nave, se veía claramaente la figura de un hombre inválido.
-¿Está en una silla de ruedas?
-Exacto. Usted sabe de estos temas, señor Kaifman. Entiende de asuntos de defensa y estrategia. ¿No le parece raro la presencia de alguien en ese estado en el más moderno navío de asalto norteamericano, supuestamente invitado a prácticas con la infantería de marina chilena?
-Es raro, pero tampoco imposible.
-Su nombre es Robert L. Sheldrake- indicó Geissbüller. –Uno de los pocos cuerdos que quedan de quienes participaron en la primera High Jump.
-¿…?
-Quiero que vea esto otro- siguió Leopoldo- mostrándole una de las banderas que se veía ondear en una de las torres del USS Essex. -¿La ve?
-Perfecto.
Cerró el archivo. Domke lo deslizó a otro. Un emblema idéntico, pero de otro color, fue desplegado en la pantalla del computador. Los escudos circulares, con una doble mata de olivos enmarcando un pingüino, diferían sólo en el azul y el rojo de sus respectivos fondos.
-Son casi iguales.
-Salvo que ésta es de 1946, del primer High Jump. La invasión antártica de posguerra realizada por la marina norteamericana al mando del Almirante Byrd.
-El de la expedición polar.
-No le parece que una flota de dieciocho navios de guerra, incluido un portaaviones, era un poco exagerado para un viaje científico- agregó Geissbüller.
Paul pensó que el viejo se llevaría estupendo con Colin Campbell.
-Ya le adelantamos algo- habló Domke, -el juego favorito de la Familia es crear Sociedades Secretas. Engañar a los crédulos con ideas de gobiernos sombríos. Y los Nazis, especialmente su máquina de inteligencia resultó bastante manipulable. La Familia siempre ha tenido grandes ventajas en su actuar, no sólo por el hecho de manejar la información adecuada, sino también por el tiempo que dedican a estudiar a sus posibles adversarios y aliados. A infiltrarse en ellos. No les fue complicado ingresar a las filas de la S.S y de ahí mover los hilos para la creación de grupos ocultistas como Thule o Vril, los que le dieron a Hitler la justificación ancestral y mítica del superhombre que su visión requería. Así llegaron los Números a Alemania. O una parte de ellos. Fundamentalmente los secretos para crear máquinas voladoras de última tecnología, además de las coordenadas geográficas para ingresar al centro de la Tierra a través del Polo Sur y otras aberturas en la Patagonia Chileno-Argentina. Se financiaron viajes y varias misiones entre 1941 y 1945. Incluso se realizaron mapas cartográficos de la Antártica desde el espacio.
-Espere… Tierra hueca, viajes al espacio durante la Segunda Guerra Mundial.
-Gracias a los Números los Nazis llegaron a la luna en 1943 y a Marte el 44.
-Me está…
-No le estoy haciendo nada- torció Leopoldo Domke. -Sólo le cuento lo que sabemos. En 1948 yo mismo vi una de esas máquinas infernales, volando como un murciélago de cromo en los Andes del Sur. Por eso me quitaron las alas. Von Braun se autoexilió en Estados Unidos con la misión de retrazar el programa espacial gringo, los científicos de Peenamünde que se llevaron los Rusos hicieron lo mismo. El 69, cuando el Apollo 11 se posó en el Mar de la Tranquilidad, Armstrong se encontró con una gran sorpresa. ¿Por qué cree que se cortaron las transmisiones? ¿Por qué cree que los astronautas que viajaron a la Luna están todos locos? Y la sorpresa no fue ni la mitad de la que años después se llevaron los mismos gringos cuando las misiones Viking se posaron en Marte. ¿Sabe que bandera encontraron? Roja, blanca y con una cruz quebrada en el sentido contrario a las agujas del reloj.
Leopoldo abrió otro archivo fotográfico guardado en el computador. Una máquina voladora, con forma de manta raya se elevaba en medio de violentos chorros de cohete.
-Un ala volante alemana, no es primera vez que oigo de su existencia- dijo Paul. –He pasado la mitad de mi vida armando modelos a escala.
-Esta es el Arado E-555. La mayor de todas. Se suponía que serían usadas para bombardear Nueva York y Washington. Al final sirvieron para trasladar Berlín al sur del mundo.
-Neuschwabenland- sumó Geissbüller- la Nueva Suabia, la Nueva Germania. La que se construiría bajo el sur del mundo.
-Submarinos gigantes, alas volantes y el mayor de los dirigibles rigidos- enumeró Leopoldo.
-El Fallersleben- cortó Paul.
-Veo que mira las noticias, señor Kaifman. El mismo. Todas esas máquinas fueron usadas para trasladar al Führer a un paraíso bajo los hielos. A la Ciudad de los Césares…
Paul fue incapaz de disimular el hecho de que no era primera vez que le hablaban del tema.
-Veo que ya alguien le ha hablado al respecto. No vamos a preguntarle quien, Señor Kaifman- dijo Geissbüller.
-Por favor no siga llamándome Señor Kaifman. Dígame Paul o como quiera…
-La Ciudad de los Césares es una clave de la Familia. En 1584, enviaron una expedición al sur de América, buscando una de las entradas al mundo subterráneo que aparecían en los Números. Y la encontraron. Olvídese de la historia del tal Francisco César, fue uu, cómo decirlo, un hábil distractor conceptual. Una leyenda para disfrazar la verdad. Pero los Alemanes supieron ver bajo la tela del mito y la hallaron, después fue sólo cosa de sumar dos más dos y comenzar a usarla como refugio y avanzada militar.
-Me está diciendo que Hitler está en la Ciudad de los Césares.
-Hitler nunca salió de Berlín. Hitler era solo el títere de La Familia y sus aliados alemanes. Después de la Guerra parte de esta información se filtró en la inteligencia norteamericana. Científicos y altos personeros del III Reich llevaban años refugiados en estas tierras bajo los Hielos. Antes de la Guerra, Byrd estuvo en el Artico y algo había visto. Por lo mismo supo como encontrarlos. La Nueva Alemania se había instalado en los restos de una ciclopea civilización que se extendía a través de un mundo subterráneo curvado bajo nuestro planeta. No fue capaz de atacar.
-Y qué pasó.
-Byrd pasó al olvido. Y a cambio de la cooperación en las exploraciones polares, los norteamericanos se quedaron callados sobre el asunto de los alemanes del sur. Y así fue hasta 1985.
-¿Qué ocurrió en 1985?
-Nadie lo tiene muy claro, pero si sabemos que lo que haya sucedido terminó con la detonación de una bomba de hidrogeno en la abertura ubicada en la Antártica.
-Perdone- movio la cabeza Paul, -pero detonar una Bomba H no pasaría desapercibido.
-Ha oído hablar del agujero en la Capa de Ozono… Fue ahí cuando comenzó la cuenta regresiva. Al parecer la Familia sabe que algo ocurrirá pronto en el sur, así que empezaron a moverse de forma más activa. Después de años observando, decidieron mandar una advertencia, una señal a sus adversarios.
-…
-Usted no es tonto, señor Kaifman. Sus últimas columnas han versado todas acerca de esa advertencia.
-El Parque Arauco.
-Bingo- explotó Geissbüller.
-Perdonen mi cara, pero por muy megalómanos que sean los miembros de la Familia, me parece fuera de toda lógica reventar un lugar público, matando o hiriendo a un centener de personas.
-Es tan ilógico como culpar a los musulmanes.
-Bueno…
-Creame amigo, las manos de la Familia estuvieron metidas incluso en Septiembre 11. Uno de sus movimientos favoritos es crear enemigos comunes para apartar la atención de ellos.
-¿Y qué enemigo común querían crear al volar un centro comercial?
-Ninguno- ahora habló Leopoldo. –Hace un par de años, el Vaticano entendió que solos no podrían contra la Familia y decidieron aliarse con otras congregaciones cristianas, además del mundo judío. La posible revelación de los Números Ibn al Da´ub los afectaría a todos. Desde entonces se han dedicado a rastrear los tractores que trajo Erich. Y consiguieron apoyo de inteligencias militares norteamericanas y sobre todo rusas. Los curas llaman menos la atención que los servicios secretos. Sabemos que en Australia opera un museo agropecuario, que es la fachada de la investigación que se hace sobre estas maquinarias. Hace seis meses se realizó en Santiago una convención de líderes de esta unión eclesiástica. Dos pastores norteamericanos y un rabino argentino. De alguna manera se las arregñlaron para hacerlos ir al Parque Arauco un domingo a la hora de almuerzo. Y los volaron. Fue más llamativo, eficiente y anónimo que haberles disparado un tiro en la cabeza. Lástima por lo que estuvieron allí esa tarde. Fue, cómo se dice…
-Daños colaterales- completó Paul-. Y ahora van hacia el polo sur- agregó luego.
-No, hacia el polo sur no- respondió Leopoldo.
-Acaban de decirme que hay un buque gringo con un inválido a bordo, listo para entrar por el agujero del Antártico.
-No le dijimos eso, señor Kaifman. Ellos van a entrar, la Familia también, pero no por el Polo Sur.
-¿…?
-Hay muchas otras aberturas hacia el corazón de la Tierra. La del Polo aun está contaminada por la detonación termonuclear de 1985. El choque de las corrientes creó un vórtice electromagnético que hace imposible que una máquina ingrese por allí…
-Un pulso.
-Es bueno hablar con gente que entiende .
-Máquina que se acerca, máquina que se apaga.
Leopoldo y Erich rieron.
-Van a entrar por la Ciudad de los Césares.
-El Volcán Melimoyú- pronunció Paul, recordando a Colin Campbell.
Sus anfitriones se miraron. El invitado hacía bien sus tareas.
-Por más de cuatro siglos, la Familia guardó su secreto- prosiguió Domke. -Hoy se han encargado que muchos lo sepan y es por algo. En los últimos años han estado manipulando más gente que nunca. Inventaron cacerías de Nazis en el sur e hicieron resurgir teorías conspirativas que ellos mismos se habían encargado de crear como el Plan Andinia, la supuesta operación judía…
-No se preocupe. Estoy familiarizado con esa tontería.
-Pues esa tontería fue creada por la Familia para despistar sobre lo que realmente está sucediendo en la Patagonia.
-¿Y qué está realmente sucediendo en la Patagonia?
Erich Geissbüller miró a Leopoldo Domke, luego a Paul y pronunció:
-Una guerra, señor Kaifman.

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