EL NUMERO KAIFMAN

Oportunista, pero democrático blog, para hablar de esta novela sobre una conspiración ancestral que puede cambiar el destino de la humanidad... al menos según el tagline de la editorial.

martes, septiembre 26, 2006

SUPERMAN Y COLIN CAMPBELL


Quise subir una imagen pero el hi de puta del servidor se caía cada dos segundos asi que no pude. Este extracto, extirpado del cuerpo de la novela, daba luces del personaje que lo inició todo. Colin Campbell, una especie de terrorista de derecha y fanático de los comics que alguna vez pensé como protagónico de una historia en la cual Paul Kaifman era un secundario. La tortilla finalmente se dio vuelta para otro lado. En este extracto, donde el cómic era un elemento muy importante, aparecieron referencias a esa extraña historia original.

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ERA IMPOSIBLE APARTAR la vista de las dos imágenes centrales. Dos Superman enfrentados. El de la derecha llevando en sus brazos el cadáver de Wonder Woman, el otro al de Supergirl. Ambos gritaban desesperados, como si el mundo fuera a destruirse. El Superman de la izquierda tenía el cabello canoso, el de la derecha se veía un poco más joven. El escudo de la S sobre su pecho también era ligeramente distinto. Entre ambos hombres de acero aparecía la figura espectral del rostro de un anciano encerrado en un rayo de luz. Bajo ellos, una línea de luz escarlata mostraba distintas imágenes de tres superhéroes velocistas que respondían al nombre de Flash. A medida que el personaje se acercaba a la derecha se iba deshaciendo hasta quedar convertido en un destello sin vida y un disfraz rojo completamente vacío. El fondo completo del cuadro mostraba una desproporcionada batalla entre el bien y el mal, representados ambos por campeones de vistosos colores. El borde superior de la pintura se ordenaba en viñetas que mostraban instantes trágicos de mundos inexistentes. Abajo, a los pies de las figuras principales, una eterna fila de superhéroes echaban hacia abajo sus cabezas, en una expresión que conjugaba la pena con el arrepentimiento. Paul Kaifman se fijé en que en una de las esquinas del cuadro, un personaje vestido de verde, parecía contemplar el todo con un rostro angustiado, acaso por el más devastador de los horrores.
-Se llama Pariah-, le dijo Colin Campbell, acercándose con una copa de vino.
-Gracias-, respondió Paul, tomando la copa y dando un primer sorbo. Tras ellos, hojeando un libro, Pancho Buchman ya había terminado su copa.
-Pariah-, repitió Colin. –El personaje de la esquina, el de verde. Esta condenado a contemplar el fin de los distintos universos que componían el multiverso de la editorial DC hasta 1985. ¿Ves esas viñetas del borde superior?
-Perfecto.
-Muestran los instantes de muerte de cada uno de estos universo.
-¿Qué és?-, Paul estaba fascinado.
-Una litografía de la acuarela de Alex Ross sobre los lápices de George Pérez para la edición de aniversario de Crisis en las Infinitas Tierras.
Paul tomó otro trago de vino.
-Hasta el 85-, continuó el dueño de casa, -DC Comics presentaba un completo desorden en su panteón de héroes. Era tal la cantidad de historias alternativas y paralelas que se hablaba de un Multiverso en lugar de Universo. Este estaba conformado por distintas versiones de nuestro mundo. En uno vivía un Superman viejo, en otro un Superman de treinta y tantos, en otro los alemanes habían ganado la 2ª Guerra Mundial, en otro los integrantes de la Liga de la Justicia eran malos mientras Luthor era el mayor defensor de la libertad. El Multiverso se había convertido en un error de cuarenta años que complicaba conceptualmente a escritores y dibujantes. Así que se optó por lo sano. Borrón y cuenta nueva. Durante un año se cerraron todos los títulos de la editorial y se publico Crisis en las Infinitas Tierras, la mayor matanza de personajes de ficción de la historia. Asesinaron a un centenar de personajes, como Supergirl, la que vez allí, en los brazos de Superman. De esta manera los editores lograron reducir el Multiverso a un sólo Universo, el universo DC. Desde entonces existe una sóla versión de Superman, una de Batman y así con el resto de los personajes…
-¿Y este cuadro representa toda esa serie?
-Algo así. Lo pintaron para uno de los aniversarios. La litografía es una reproducción del original, la rematé en E-Bay el año pasado.
-El dibujante es excelente, parecen fotos.
-El pintor-, corrigió Colin. –Alex Ross es Alex Dios, mira, ven.
Paul lo siguió hasta uno de los libreros que ocupaban la totalidad de una de las paredes del departamento. Estaba lleno de cómics y revistas de historietas. Colin agarró un libro verde y grueso y se la pasó. Kingdom Come decía en la tapa. Paul lo tomó y empezó a hojearlo. No tardó en encontrarse con una versión anciana de Superman.
-Kingdom Come es una versión del Apocalipsis bíblico con superhéroes. En lugar de narrar la segunda venida de Jesucristo, relata la segunda venida de Superman. La analogía mesiánica es obvia. Mira, sigue hojeando.
El dueño de casa lo detuvo en una página donde aparecía un sujeto todavía más anciano que Superman, con el rostro casi fotográfico de Gregory Peck, sujeto a una especie de armadura mecánica conectada a su espalda.
-¿Quién es?
-Batman. Se supone que alguna vez fue derrotado por los villanos, por eso ahora camina ayudado por esa especie de esqueleto externo que mantiene sus huesos unidos.
-Se parece a Gregory Peck.
-Es Gregory Peck, Ross lo usó de modelo.
-Te gustan los cómics -, Paul pensó que su comentario había sido especialmente idiota.
-No, me gustan los superhéroes que es distinto. Creo en ellos, los estudio. Además me llamo como uno.
Desde su lugar, Pancho Buchman sonrió.
-¿Hay un superhéroe llamado Colin Campbell?
-No. No es que haya uno, yo me llamo como uno. Mi nombre y apellido tienen la misma letra. Cé y cé, como Peter Parker y Lex Luthor, Pé y pé, ele y ele, captas.
El departamento de Colin Campbell ocupaba un piso entero en un edificio curvo y viejo que enfrentaba avenida Providencia desde el pasaje Huelén. Alguna vez había sido un estudio que Colin compartía con varios compañeros de arquitectura. Ahora, con un par de paredes echadas abajo, se había transformado en un desproporcionado piso de soltero, una especie de loft, de aplicado diseño, franqueado con paredes formadas por libreros, estantes con discos y películas en DVD. También habían cuadros, la mayoría con imágenes en blanco y negro del Nueva York de la década de los treinta. Además de varias reproducciones de historietas, como la gigantesca litografía de Crisis en las Infinitas Tierras. Paul miró a Colin y luego a Pancho y tuvo la idea que quizás los muchachos fueran amantes. Un hombre soltero, de más de veinticinco años que vivía en un departamento como aquel, respondía preciso al modelo de gay sofisticado y con estilo. Su alumno ayudante tenía novia, era cierto, de hecho Paul aun recordaba las magníficas tetas de esa muchacha, pero eso no decía ni significaba nada respecto de las decisiones y opciones sexuales de una persona. Además los modos delicados de Colin Campbell le recordaban demasiado a los de sus primos.
Paul fue hasta un pequeño bar improvisado junto a uno de los libreros, tomó la única botella de vino abierta y rellenó su copa.
-Salud-, le dijo al dueño de casa.
Colin Campbell se lo respondió. Francisco Buchman también.
Se fijo que junto al mar. En una mesa estaban desplegados los planos de un edificio. También varias fotografías del mismo. Era un silueta bastante familiar de la ciudad. La Torre de Telefónica de Chile.
-La Torre CTC-, comentó un poco borracho Paul, nombrándola como había sido bautizado el rascacielos hacía ya más de doce años.
-La Torre CTC-, repitió Colin.
-Pensé que ya no estudiabas arquitectura. Me contaste que dejaste la escuela.
-Te conté que me echaron que es distinto. En todo caso esos planos no tienen nada que ver con mis estudios. Si con arquitectura, pero con algo m ás personal. Es mi plan privado.
-Colin esta obsesionado con esa torre-, contó Buchman-, le prometió a sus amigos que la volaba antes del 2008.
-Antes del 2008, eso es mañana-, se burló Paul.
-No es chiste-, dijo Colin. –Ese edificio es un insulto para Santiago. Sabías que lo levantaron sobre lo que alfguna vez fue el mayor palacio creaco por Luciano Kulzcesky
-¿Ni se quien es eso?
-Nuestro Gaudí criollo. Aunque a veces creo que tiene que ver más con Anton Furst que con Gaudí. Furst fue el diseñador de Gotham City para la primera Batman, la de Tim Burton. Pero eso da li mismo. Alguna vez has hecho el simple ejercicio de subir por la costanera hacia Providencia.
-Supongo…
-Claro, todo el mundo lo ha hecho. Pero pocos se fijan. La Torre CTC es un atentado estilístico que corta la proyección de la costanera sobre la cordillera. Tapa nuestro muro natural y eso es un falta de respeto. Por eso quiero volarlo. Ya no estudio arquitectura, pero quiero dejarle un legado a la ciudad. Mira-, se acercó al mapa. –He calculado que con una camioneta cargada con 800 kilos de TNT detonada en los estacionamientos subterráneos cerca de un soporte estructural basta…
-Deberías escucharte. Puede ser peligroso hablar así a meses de lo del Parque Arauco.

3 Comments:

  • At 7:07 p. m., Anonymous Anónimo said…

    es apestoso que hayas terminado escribiendo un pésimo producto.de joven tenías prosa.

     
  • At 10:00 a. m., Blogger F. Ortega said…

    de joven era eso, más joven.

     
  • At 12:16 p. m., Anonymous Anónimo said…

    "de joven era eso, más joven", es lo que hubiera dicho Kaifman antes de ver la luz.
    En todo caso, nada peor que un fan despechado.

     

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